SERINUS CANARIA Y CARDÓN
CIUDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
AGRACANTO-
GRAN CANARIA - 2012
Soledad rota, por indefinidas
notas de arrogantes pollos que auguran responsabilidades de pedigríes. Soledad
sesgada, fugaces pensamientos, entusiasmo contenido, emociones. Sueños
incoloros, que se alivian pintándose de canarios asilvestrados.
Sentado, escuchando los gorjeos
que me llevan por caminos de distantes y desordenadas armonías, que escriben
canciones de luna y sol. Ahora paro aquí…despierto allá. La lentitud manifiesta,
contagiosa, me sujeta sobre el platónico y gastado asiento. Mi silla, construida de madera tradicional, carente de
apoyos, creadora de sueños, mi compañera de conciertos en el escenario de mis
jaulas. Mis sentidos se contraen solidificando la respiración. La vista
innecesaria, escondida bajo músculos inertes carentes de electricidad. El oído,
identificador de notas, maestro en artes
de escuchar.
EJEMPLAR 2012
Me vuelvo a ir, no paro, mi mente
no disfruta el momento, los bellos acordes son rechazados. El pájaro sigue entonando
su musicalidad cadente en la utilización de su lenguaje…Yo, ya lejos, no quiero
escuchar. La orquestación define acordes que sirven de desarrollo. A la vez que
los matices salitrosos caracterizan la canción.
La música en la radio mantiene
una resistencia que me aleja, nos aleja del mundo palpable, la puerta abierta
sin manto protector. Si el invierno es capaz de apagar fuegos de conquistador.
Los otoños traen acuarelas enardecidas
de sol. Emociones protagónicas. En
mi historia circunscrita, las
estremecedoras notas floreadas compuestas de mis pájaros. Por lo tanto,
separar mi historia de estas sales arrastradas por alisios, sería imposible
hasta para el más hábil de los canaricultores. Estos factores, las sales, mis plantas medicinales
y mis emociones-intuición forman la columna vertebral de mi criadero. En ellos
se sostiene mi cultura ornitóloga. Cada batalla librada, cada conquista, cada
cambio, cada lectura, cada larga y extensa conversación de reunión, o telefónica,
traen consigo readaptaciones en mi cuarto de cría que sufrimos mis pajaritos y
yo, el aprendizaje es constante.
Esos cambios van dejando callosidades,
cicatrices de criador, favorecedoras de mi aviario y de mi identidad cultural
como persona, en especial como cultivador de canarios Timbrado. Esta tarde, mis
pájaros, se empeñan en sesgar la luz adormecida sobre el horizonte. En
emocionarme con lamentos, con esa canción casi triste que encuentra congruencia con mi estilo musical.
Mi sensibilidad como criador me
abre puertas a la realidad. Mi única realidad es la afición, a veces, quizás,
demasiado emocional, visceral. Intento evadirme, pero irracionales ecos me
traen hasta el origen, me estampan de lleno contra mi propia impresionabilidad.
Luego entonces, es cierto lo del triangulo de la vida, van a ser sus elementos importantes
en la sostenibilidad de mi aviario y de mi propio yo. Jamás dejaremos (mis
pájaros y yo) de sentir el mar, aunque sea a través de su abandono.
EN LA MIRADA DE UN ISLEÑO, SIEMPRE EL MAR
Como seres individuales, la
mayoría de mis pájaros comparten una realidad. Su situación los ha hecho
endogámicos, a la vez, curiosamente, emigradores. Como eterno puerto de
llegadas y salidas, tomando caminos según interés, según el caso. Yo, buscador
de fenotipo amarillo-pinto, de voces metálicas bañadas en aguas (difícil, lo sé),
aliñado con remanentes pedigríes de ancestrales canarios del monte. Permito que
se convierta mi criadero en mezcolanzas de dos familias principales, enlazadas
en sangre, desiguales en voz. Esta herencia compartida en diferentes
proporciones da factores comunes, fenotipo pinto, melodías acompasadas, como
rítmico es mi mar cercano. Se funde la
tarde de azules en la azotea, salitres resbalosos abrillantan el suelo, alisios
porteadores de minerales yodados hasta mis jaulones. Las notas familiares
distintas, obligan a establecer una barrera de separación entre las dos
familias. Surge la necesidad de definirse, de seguir caminos distintos. Sin
dejar de compartir una herencia común, doméstica y asilvestrada. La búsqueda de
mi identidad musical me exilia, lleno de gozo, a un desbordante-exuberante poema
musical digno de envidia. El protagonista, amarillo-olivo acaba de enfatizar
los versos de mis casi ya tenores. La literatura, a veces cruel en invierno,
tenebrosa en las nieblas, no es invulnerable a las notas acompasadas de los
canarios entonadas en un sin fin de formas.
Canarios victimas de
trasmutaciones fenotípicas y genotípicas escriben la historia de mi criadero.
La sinonimia del canario ha necesitado
de estudios en criaderos, que lo arrastran siempre por caminos domésticos hacía
los ancestrales silvestres, como tratando de encontrar el origen en el reflejo
del mar que nos baña. Esas necesidades históricas de recurrir al canario del
monte, han creado oleadas migratorias
ilegales de ejemplares hacia el continente. Serinus
canaria que añoran libertades en orillas extranjeras. Mientras, aquí, la
omnipresente naturaleza se esfuerza por mantener vivos los ancestros floreos de
aquellos canarios, que estando lejos los llamaron del país.
La realidad insular de nuestra
Gran Canaria profunda, produce magia en las convergentes laderas que forman estrechos
barrancos de verticales paredes,
reposaderos en lo alto de nubes, que a veces en elevada precipitación escurren
hasta la mar. El encantamiento del entorno lo llenan las azules, verdes y
retorcidas lavas. El contacto íntimo con nuestra madre tierra Gran Canaria, es
patrimonio de los antiguos pobladores canarios, de aquellos primeros que ya
estaban aquí. Innegable también el legado de los peninsulares españoles, y
europeos varios, que llegaron y colonizaron la Isla. Conjuntamente, en equipo,
cimentaron el génesis de lo que somos hoy, su sangre y fenotipo se mezcló con
los ancestrales canarios, surgiendo los hombres y mujeres que pueblan
actualmente Gran Canaria.
El mar…siempre ha sido una
barrera para el intercambio, a la vez que una puerta transitable, que ha
permitido a veces, a hurtadillas, migraciones que han despoblado significativamente La Isla.
Pretéritos tiempos, descritos en
enciclopedias amontonadas en estantes sabios que cimentan la
cosmopolita ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, abierta al mar, al futuro.
Y que mejor puerta para acoger
nuestro IV concurso “Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria” que nuestra mar, sus
orillas azules se manifiestan tras las cristaleras del Centro Comercial El
Muelle. El edificio se levanta en nuestra orilla atlántica isleña. Trayéndonos
frescuras incomparables, aromas de mar omnipresentes, el misterioso rugir de su
movimiento.
Nuestro agradecimiento a la
gerencia del Centro Comercial El Muelle. Es para nosotros una inmensa
satisfacción contar con su colaboración
en este proyecto de acercamiento a la ciudad baja.